jueves, 25 de septiembre de 2014

El Cuadrado- Los Rebos (Dinamica)


Dame Una Cañita- Los Rebos (Dinamica)

Parabola del Trigo

Mirad qué contento está este campesino porque el campo está lleno de trigo! Jesús dijo un día: «El reino de los cielos es como la semilla que siembra el hombre en la tierra. El hombre duerme de noche y se levanta de día, y la semilla crece hasta que se convierte en trigo». El trigo ha crecido gracias a los cuidados del labrador, pero sobre todo porque Dios ha dado su gracia, su sol, su lluvia... Pues así crece dentro de nuestra alma el Reino de Dios.

 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Habia un Sapo, Sapo, Sapo

El Diablo esta enojado- Dinamicas

Dinamicas para niños

Ya llego, Ya llego El Espiritu Santo Ya llego

Dinamicas para Niños

Musica Para Niños


"Los niños ayudan a los niños"

La Obra de la Infancia Misionera constituye “una verdadera red de solidaridad humana y espiritual entre los niños de los antiguos y nuevos continentes” (Juan Pablo II). En ella “los niños ayudan a los niños” en un dar y recibir recíprocos.

Se trata de un importante recurso formativo, orientado a que los niños aprendan a participar de una manera activa y concreta en el anuncio de la Buena Noticia. Con su oración, sus ofrecimientos personales, su colaboración económica y su apertura a la posible vocación misionera, los niños ponen su granito de arena para transformar el mundo con el mensaje alegre y esperanzador del Evangelio y experimentan lo que es ser “pequeños misioneros”.

¿Que es el DOMUND?

El DOMUND es el día en que la Iglesia universal reza por los misioneros y misioneras y colabora con ellos en su labor evangelizadora desarrollada entre los más pobres. 

La Jornada Mundial de las Misiones, conocida en España como DOMUND, se celebra en todo el mundo el cuarto domingo de octubre.  El DOMUND es una llamada de atención sobre la común responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización e invita a amar y apoyar la causa misionera. Los misioneros dan a conocer a todos el mensaje de Jesús, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está asentada.

Estos lugares son conocidos como Territorios de Misión, están confiados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y dependen en gran medida de la labor de los misioneros y del sostenimiento económico las Obras Misionales Pontificias de todo el mundo. Mediante el DOMUND, la Iglesia trata de cubrir estas carencias y ayudar a los más desfavorecidos a través de los misioneros.

El DOMUND es el momento culminante de una corriente de animación misionera y de cooperación con las misiones que se realiza durante todo el año, pero de una manera muy especial durante el “Octubre Misionero”, el mes de las misiones.
 

¿Por qué celebramos el DOMUND?

La supervivencia de los Territorios de Misión depende de los donativos. El DOMUND es una llamada a la colaboración económica de los fieles. Gracias a su generosidad se construyen templos, se compran vehículos, se forman catequistas, se atienden proyectos sociales, sanitarios y educativos en las misiones.

Cada año llevan se llevan a cabo Proyectos Pastorales como:

La construcción de iglesias y capillas; la compra y sostenimiento de vehículos para la pastoral; la formación básica y permanente de los responsables de la pastoral; el sostenimiento de comunidades religiosas; el mantenimiento de los catequistas misioneros;

ambién se realizan Proyectos Sociales, Educativos y Sanitarios

La Iglesia tiene una amplia labor social y educativa en todo el mundo: atiende a 117.119 instituciones sociales: hospitales, residencias de ancianos, orfanatos y comedores para personas necesitadas en todo el mundo. Se encarga de 209.688 instituciones educativas: guarderías, escuelas, universidades y centros de formación profesional.

En los Territorios de Misión la Iglesia atiende a 26.711 instituciones sociales. Esto significa que el 22,81% de las instituciones sociales del mundo están en la Misión. La Iglesia en estos territorios también se encarga de 99.045 instituciones educativas, lo que representa el 47,23% del total de instituciones educativas que tiene la Iglesia.

Todos estos proyectos son financiados con los donativos recogidos en el DOMUND. Las misiones siguen necesitando nuestra ayuda económica por eso muy necesaria toda nuestra colaboración.
 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Exhortación Apostolica "EVANGELII GAUDIUM"

Capítulo primero: La transformación misionera de la Iglesia
Este capítulo se divide en cinco apartados que quieren plantear los criterios que el Papa propone para que la Iglesia se coloque toda ella en clave misionera en respuesta al mandato de Jesús (Mt 28, 19-20).
I. Una Iglesia en salida (20-24): con el modelo de Jesús y los Apóstoles, el Papa exhorta a cada cristiano y cada comunidad a “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). El encuentro íntimo con Jesús lleva a una “intimidad itinerante” y es una “comunión misionera” y propone el Papa un esquema en pasos para esa salida de sí: “Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar” (EG 24).
II. Pastoral en conversión (25-33): el Papa reconoce que no se puede “dejar las cosas como están” y pide a todas las comunidades una “conversión pastoral y misionera” (EG 25). Así, para tal conversión recuerda a Pablo VI y al Concilio Vaticano II que enseñan que la renovación de la Iglesia se realiza en fidelidad a la propia vocación (EG 26) y quiere que esa renovación alcance todo: costumbres, estilos, horarios, lenguaje y toda estructura (EG 27). Así, pasa revista a algunos aspectos de esa renovación para la parroquia, los movimientos e instituciones eclesiales, las diócesis, el Obispo y el Papado.
III. Desde el corazón del Evangelio (34-39): luego de señalar que la Iglesia tiene que “convertirse”, el Papa se detiene a explicar cómo la evangelización debe presentar “el núcleo esencial del Evangelio” que otorga “sentido, hermosura y atractivo” a todos los contenidos de la fe (EG 34). El Papa escribe teniendo presente que hoy ante “la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado” (EG 34). Se refiere a la jerarquía de verdades en la doctrina católica (EG 36) y también a la jerarquía de las virtudes, señalando la principalidad de la ley nueva que está en la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta en la fe que obra por el amor (EG 37, con cita de Santo Tomás de Aquino). Pide entonces que no mutilemos la integralidad del mensaje del Evangelio.
IV. La misión que se encarna en los límites humanos (40-45): en la misión, el Papa señala por un lado la existencia de distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral que enriquecen a la Iglesia y desarrollan mejor la inagotable riqueza del Evangelio (EG 40) y se detiene en la importancia del lenguaje para que el anuncio del Evangelio y su belleza sea mejor percibida por todos. Refiere a algunas costumbres propias de la Iglesia que no están directamente ligadas al núcleo del Evangelio y que pueden ser revisadas y también a algunos preceptos eclesiales (EG 43). Pone especial énfasis en la importancia de acompañar con misericordia y paciencia las etapas de crecimiento de las personas, porque la tarea evangelizadora “se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias” (EG 45).
V. Una madre de corazón abierto (46-49): remitiendo al pasaje del hijo pródigo y el padre misericordioso, el Papa señala que quiere una Iglesia “de puertas abiertas”, que no sea una “aduana”, sino “la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” (EG 47).

Capítulo segundo: En la crisis del compromiso comunitario
Luego de haber presentado los criterios que deben guiar a la Iglesia en su renovación para cumplir con el mandato misionero de Jesús, en dos apartados en el capítulo II el Papa realiza un agudo diagnóstico tanto de la cultura que condiciona la actividad evangelizadora, como de las tentaciones propias de los agentes evangelizadores.
I. Algunos desafíos del mundo actual (52-75): este primer apartado es un actualizado diagnóstico cultural de cara a la tarea evangelizadora de la Iglesia. Comienza con una fuerte interpelación:
  • “No a una economía de la exclusión (53-54)”,
  • “No a la nueva idolatría del dinero (55-56)”,
  • “No a un dinero que gobierna en lugar de servir (57-58)”,
  • “No a la inequidad que genera violencia (59-60)”.
Estos pasajes son una fuerte denuncia de una “crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!” (EG 55) y hay un rechazo de la ética y de Dios (EG 57).
En este apartado también se refiere a “algunos desafíos culturales” (61-67), entre los que se encuentran el relativismo, la persecución religiosa, una cultura predominante donde “lo real cede el lugar a la apariencia”, una globalización que se impone sin respetar la fisonomía cultural de los pueblos, unos nuevos movimientos religiosos que, por un lado tienden al fundamentalismo y por el otro a una espiritualidad individualista sin Dios (EG 63). Refiere a las consecuencias del proceso de secularización que lleva a “una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada” (EG 64), a la “crisis cultural profunda” que atraviesa la familia y al estilo de vida individualista que debilita los vínculos.
En ese contexto, señala los “desafíos de la inculturación de la fe” (68-70) y la importancia de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio. También analiza los “desafíos de las culturas urbanas” (71-75), en un novedoso enfoque que señala cómo en la ciudad lo religioso está mediado por diferentes estilos de vida y la necesidad de “imaginar espacios de oración y de comunión con características novedosas, más atractivas y significativas para los habitantes urbanos (EG 73). Pide a la Iglesia llegar “allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades” (EG 74). Finalmente presenta los “males urbanos” y la importancia de la Iglesia de vivir a fondo lo humano e introducirse en el corazón de los desafíos.
II. Tentaciones de los agentes pastorales (76-109): con la sabiduría de un padre espiritual, el Papa realiza una profunda interpelación a los agentes evangelizadores sobre sus actitudes más profundas y su fidelidad al Evangelio. Así,
  • el Papa pide una espiritualidad misionera llena de entusiasmo, como respuesta a la caída del fervor, al individualismo de los agentes pastorales y a una crisis de identidad que surge por el relativismo que mina las propias convicciones (78-80).
  • También pide la alegría evangelizadora como respuesta a la acedia egoísta que paraliza (81-83).
  • Otra tentación que denuncia el Papa es el “pesimismo estéril” al que contrapone la esperanza cristiana (84-86).
  • Ante la tentación del aislamiento, de la sospecha, la desconfianza y el temor a ser invadidos, el Papa pide a la Iglesia que no nos dejemos robar la comunidad y las “relaciones nuevas” que genera Jesucristo (87-92).
  • Otra firme denuncia del Papa se refiere a la mundanidad espiritual, que es un mal que afecta al cristiano de modo que no busca la gloria de Dios sino la gloria propia y los propios intereses y pide que no nos dejemos robar el Evangelio (93-97).
  • Finalmente, denuncia la tentación de la “guerra entre nosotros”, que lleva a las divisiones, calumnias, difamaciones, enfrentamientos al interior de la Iglesia y nos pide vivir el ideal del amor fraterno (98-101).
El capítulo termina con “otros desafíos eclesiales” (102-109), en los que se refiere a los laicos, a la mujer en la Iglesia, a la pastoral juvenil, a las vocaciones a la vida consagrada y el sacerdocio y termina pidiendo a las comunidades que completen el diagnóstico y que se renueven en la fuerza misionera.

Capítulo tercero: El anuncio del Evangelio
Luego del agudo diagnóstico sobre los condicionamientos culturales y las tentaciones que amenazan a los agentes evangelizadores, el Papa dedica el tercer capítulo a la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, que debe primar en toda actividad evangelizadora (EG 110). Este anuncio lo realizada todo el Pueblo de Dios (I), otorgando un lugar especial a la homilía (II), a la preparación de la predicación (III) y a la evangelización para profundizar el kerygma por la catequesis, la educación, el acompañamiento personal, dando centralidad a la Palabra de Dios (IV):
I. Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio (111-134): en este apartado el Papa recuerda que la salvación de Dios es “para todos” y que todos están llamados a formar parte del Pueblo de Dios (112-114). Para el Papa, “Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia” (EG 113). Ese pueblo asume muchos rostros, de modo que las enseñanzas del Papa se refieren a la relación entre el Evangelio y las culturas (115-118). Para responder a quienes piensan que la evangelización es tarea de algunos, el Papa insiste en que todos estamos llamados a ser discípulos misioneros (119-121). Con estas precisiones, el Papa reflexiona sobre la fuerza evangelizadora de la piedad popular (122-126), señalando que “en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo” (EG 123). También realiza una propuesta muy clara y accesible para una predicación informal accesible a todos y en todos los lugares, a través de la evangelización persona a persona (127-129), y sobre el lugar de los carismas al servicio de la comunión evangelizadora (130-131). Finalmente, presenta algunas reflexiones sobre la evangelización en el campo de la cultura, el pensamiento y la educación (132-134).
II. La homilía (135-144): el Papa otorga un lugar central de su exhortación a la renovación eclesial en torno a la homilía en la convicción que “la homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento” (EG 135). El Papa la ubica en su contexto litúrgico (137-138) y recuerda que “la homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración”. Señala como modelo “la conversación de la madre” (139-141) y exhorta a dar palabras que hacen arder los corazones (142-144).
III. La preparación de la predicación (145-159): para el Papa, preparar la predicación “es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral” (EG 145). El Papa pide que ante el texto bíblico, con la ayuda del Espíritu Santo, se evite todo intento de manipulación, se haga un acto de amor y se busque el mensaje central, en lo que llama un “culto a la verdad” (146-148). Para el Papa es fundamental que el predicador viva la personalización de la Palabra (149-151), pues “Jesús se irritaba frente a esos pretendidos maestros, muy exigentes con los demás, que enseñaban la Palabra de Dios, pero no se dejaban iluminar por ella” (EG 150). En particular, propone la lectura espiritual o “lectio divina”, como “forma concreta de escuchar lo que el Señor nos quiere decir en su Palabra y de dejarnos transformar por el Espíritu” (152-153). También insiste el Papa que el predicador tenga “un oído en el pueblo” (154-155) y se detiene en la importancia de los recursos pedagógicos (156-159).
IV. Una evangelización para la profundización del kerygma (160-175): retomando la parte final del mandato misionero de Jesús, que pide que se les enseñe “a observar todo lo que os he mandado” (Mt 28,20), el Papa dedica el último apartado de este capítulo a la formación para profundizar el kerygma. Aquí enfatiza la centralidad del kerygma, que “es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre” (EG 164). Así, explica algunos criterios para la renovación de la catequesis de modo que sea “kerygmática y mistagógica” (163-168). Luego propone la importancia del “acompañamiento personal de los procesos de crecimiento” (169-173) y señala la centralidad de la Palabra de Dios (174-175).

Capítulo cuarto: La dimensión social de la evangelización
Luego de haber reflexionado sobre el anuncio explícito del Evangelio, en el capítulo cuarto el Papa quiere compartir sus “inquietudes acerca de la dimensión social de la evangelización precisamente porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora” (EG 176). Para ello, desarrollará las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma (I), la inclusión social de los pobres (II), el bien común y la paz social (III) y el diálogo social como contribución a la paz (IV).
I. Las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma (177-185): el Papa enfatiza que “el kerygma tiene un contenido ineludiblemente social” (EG 177) y de allí que presente la relación entre la confesión de la fe y el compromiso social (178-179). Es clave en este sentido la confesión trinitaria con la dignidad de la persona humana (EG 178). En este sentido, conecta esta dimensión social con el Reino de Dios que nos reclama (180-181) y se detiene a decir una palabra, ante las tendencias laicistas, sobre el lugar que tiene la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales (182-185), afirmando enfáticamente: “nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos” (EG 183).
II.  La inclusión social de los pobres (186-216): en uno de los apartados más largos de todo el documento, el Papa se detiene mucho en la importancia de escuchar el clamor de los pobres. En primer lugar, señala que si nos unimos a Dios, escuchamos el clamor de Dios (187-192), y retomando las palabras de Jesús en la multiplicación de los panes (Dénles de comer ustedes mismos), dirá que ello “implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos” (EG 188). Recuerda que esta opción por los pobres supone una fidelidad al Evangelio “para no correr en vano”, como afirma San Pablo en Gálatas 2,2 (193-196). El Papa se refiere al lugar privilegiado de los pobres en el pueblo de Dios (197-201), y es firme al afirmar que “nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos” (EG 201). Se detiene luego en algunos desafíos de la economía y distribución del ingreso (202-208) y en la tarea eclesial de cuidar la fragilidad (209-216): los más pequeños, los lentos, débiles o menos dotados (EG 209), las nuevas formas de pobreza y fragilidad (los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, y los migrantes (EG 210), las personas que son víctimas de la trata (211), las mujeres que sufren exclusión, maltrato y violencia (212), los niños por nacer a quienes se les quiere negar la vida, aclarando que “no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión” (214), pero también señalando que “hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias” (214). Finalmente también habla de la fragilidad del conjunto de la creación (215).
III.  El bien común y la paz social (217-237): recordando que “la dignidad de la persona humana y el bien común” son los dos ejes centrales de la vida social, el Papa se detiene a proponer cuatro “principios” necesarios para avanzar en la construcción “de un pueblo en paz, justicia y fraternidad”. Estos cuatro principios son:
  • El tiempo es superior al espacio (222-225): aquí enfatiza la importancia de los procesos para construir un pueblo, sabiendo que ello nos permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos.
  • La unidad prevalece sobre el conflicto (226-230): para el Papa, en la sociedad el conflicto no puede ser ignorado o disimulado, sino que tiene que ser asumido, sin detenerse en la coyuntura conflictiva sino percibiendo “el sentido de la unidad profunda de la realidad” (EG 226). “Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso: ¡Felices los que trabajan por la paz!” (227). Formula aquí por primera vez la propuesta de un “pacto cultural” que luego retomará en el apartado dedicado al diálogo.
  • La realidad es más importante que la idea (231-233): para el Papa, existe una tensión bipolar entre la idea y la realidad y señala que es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma y por ello concluye que la realidad es superior a la idea (231). Este criterio hace a la Encarnación de la Palabra y su puesta en práctica (233).
  • El todo es superior a la parte (234-237): finalmente, recogiendo la tensión entre globalización y localización, el Papa señala que “se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia” (235), siguiendo el modelo del “poliedro” que “refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad” (236).
IV.  El diálogo social como contribución a la paz (238-258): luego de haber desarrollado la importancia de la dignidad humana (II) y del bien común (III), el capítulo se cierra con unas orientaciones sobre la evangelización y el camino del diálogo. Así, señala tres campos de diálogo para la Iglesia: “con los Estados, con la sociedad –que incluye el diálogo con las culturas y con las ciencias- y con los otros creyentes que no forman parte de la Iglesia Católica” (238). Aquí el Papa ofrece la colaboración de la Iglesia para con las autoridades nacionales e internacionales y vuelve sobre la idea de un “pacto social y cultural”, exhortando a “una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones” (EG 239). El documento se detiene luego en el diálogo entre la fe, la razón y las ciencias (242-243), el diálogo ecuménico (244-246), las relaciones con el Judaísmo (247-249), el diálogo interreligioso (250-254) y finaliza con el diálogo social en un contexto de libertad religiosa (255-258).

Capítulo quinto: Evangelizadores con Espíritu
En el capítulo final, el Papa se propone ofrecer “algunas reflexiones acerca del espíritu de la nueva evangelización” (260), invocando al Espíritu Santo que es “el alma de la Iglesia evangelizadora”, para que venga a “renovar, a sacudir, a impulsar a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos” (261). Este capítulo tiene dos apartados: por un lado, las motivaciones para un renovado impulso misionero (I) y por el otro, la presentación de María, Madre de la Evangelización (II).
I. Motivaciones para un renovado impulso misionero (262-283): para el Papa, los evangelizadores tienen que evitar propuestas parciales y desintegradoras y deben conjugar oración y trabajo: “no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón” (262). Así, propone cuatro motivaciones que nos pueden ayudar a imitar el ejemplo de los primeros cristianos:
  • La primera motivación es el encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva (264-267), invitando a que todos hagamos experiencia del amor de Dios, pues “una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie” (266).
  • La segunda motivación es el gusto espiritual de ser pueblo (268-274), que significa “estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior” (268), tener la pasión por su pueblo que tuvo Jesús, como modelo. Aquí tiene palabras muy interpelantes para los laicos, al decir que “hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego” por la misión de “iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar” de modo que cada uno pueda decir “yo soy una misión en esta tierra” (273).
  • La acción misteriosa del Resucitado y de su Espíritu (275-280): ante la tentación del pesimismo, el fatalismo y la desconfianza y la idea de que nada se puede cambiar, hay que descubrir que “Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza” (275) y que la fe es creer que es verdad que Jesús “nos ama, que vive y que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad” (278), descubriendo el “sentido de misterio” y la certeza de una fecundidad a veces invisible, inaferrable y que no puede ser contabilizada (279). También es confianza en el Espíritu Santo que viene en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8, 26).
  • La fuerza misionera de la intercesión (281-283): finalmente, propone una forma de oración que “nos estimula particularmente a la entrega evangelizadora y nos motiva a buscar el bien de los demás: es la intercesión” (281). La intercesión es como “levadura en el seno de la Trinidad” (283), siguiendo el ejemplo del “gran evangelizador” que es San Pablo.
II. María, la Madre de la evangelización (284-288): la exhortación culmina con una mirada de hijos a María, que está en medio del pueblo cuando se invoca al Espíritu Santo en Pentecostés. El Papa presenta a María como el regalo de Jesús a su pueblo (285-286) y la presenta como Estrella de la nueva evangelización (287-288), en tanto ella “intercede” por la nueva etapa evangelizadora, y es “modelo” de evangelización a través de un “estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia” (288), en una “dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás”.


Mensaje del Papa Francisco Para el DOMUND

Queridos hermanos y hermanas, 
Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia están llamados a participar, ya que la Iglesia es misionera por naturaleza: la Iglesia ha nacido “en salida”. La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las Iglesias jóvenes en los territorios de misión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción. De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para evangelizar el mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera. Precisamente sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (10, 21-23).
1. El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera. El Maestro Divino les dijo: «No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre” (…). Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!”» (Lc 10, 20-21.23).
Son tres las escenas que presenta Lucas. Primero, Jesús habla a sus discípulos, y luego se vuelve hacia el Padre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. Jesús quiere hacer partícipes a los discípulos de su alegría, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado.
2. Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar a las personas de los demonios. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren tanto por el poder recibido, cuanto por el amor recibido: «porque vuestros nombres están escritos en el cielo» (Lc 10, 20). A ellos se les ha concedido la experiencia del amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud del corazón de Jesús. Lucas ha captado este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo» dirigiéndose al Padre y alabándolo. Este momento de íntima alegría brota de lo más profundo de Jesús como Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y se las ha revelado a los pequeños (Lc 10, 21). Dios ha escondido y revelado y, en esta oración de alabanza, se pone de relieve, sobre todo, lo revelado. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás.
Dios ha escondido todo esto a aquellos que están demasiado llenos de sí y pretenden saberlo ya todo. Están como cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús a los que Él mismo advirtió en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.
3. «Sí, Padre, porque así te ha parecido bien » (Lc 10, 21). La expresión de Jesús debe entenderse con referencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hombres. En el contexto de esta bondad divina Jesús se regocija, porque el Padre ha decidido amar a los hombres con el mismo amor que Él tiene por el Hijo. Además, Lucas nos recuerda el júbilo similar de María, «Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1, 46-47). Se trata de la buena Noticia que conduce a la salvación. María, llevando en su vientre a Jesús, el Evangelizador por excelencia, al encontrarse con Isabel, exulta de gozo en el Espíritu Santo, cantando el Magnificat. Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y, por tanto, su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración. En ambos casos, se trata de una alegría por la salvación que tiene lugar, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vida de la Trinidad.
El Padre es la fuente de la alegría. El Hijo, su manifestación, y el Espíritu Santo, su animador. Inmediatamente después de alabar al Padre, como dice el evangelista Mateo, Jesús nos invita: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11,28-30). «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 1).
De este encuentro con Jesús, la Virgen María ha tenido una experiencia completamente singular y se ha convertido en “causa nostrae laetitiae”. Y los discípulos han recibido la llamada a estar con Jesús y a ser enviados por Él a predicar el Evangelio (Mc 3, 14), y así se ven colmados de alegría. ¿Por qué no entramos también nosotros en este río de alegría?
4. «El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 2). Por lo tanto, la humanidad tiene una gran necesidad de alcanzar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son aquellos que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización. Los obispos, como principales responsables del anuncio, tienen la tarea de promover la unidad de la Iglesia local en el compromiso misionero, teniendo en cuenta que la alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en la preocupación de anunciarlo en los lugares más distantes, como en una salida constante hacia las periferias del propio territorio, donde hay más personas pobres en espera.
En muchas regiones escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. A menudo esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, por lo que les falta entusiasmo y no despiertan ningún atractivo. La alegría del Evangelio nace del encuentro con Cristo y del compartir con los pobres. Animo, por tanto, a las comunidades parroquiales, asociaciones y grupos a vivir una vida fraterna intensa, fundada en el amor a Jesús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos. Donde hay alegría, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen las verdaderas vocaciones. Entre éstas no deben olvidarse las vocaciones laicales a la misión. Hace tiempo que ha crecido la conciencia de la identidad y de la misión de los fieles laicos en la Iglesia, así como la sensibilización de que ellos están llamados a desempeñar un papel cada vez más importante en la difusión del Evangelio. Por eso es importante una formación adecuada, en vista de una acción apostólica eficaz.
5. «Dios ama al que da con alegría» (2 Cor 9, 7). La Jornada Mundial de las Misiones es también un momento para reavivar el deseo y el deber moral de la participación gozosa en la misión ad gentes. La contribución económica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lugar al Señor y luego a los hermanos, para que la propia ofrenda material se convierta en un instrumento de evangelización de una humanidad que se construye sobre el amor.
Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial de las Misiones mi pensamiento se dirige a todas las Iglesias locales. “¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!” (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 83). Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a alimentar un amor capaz de iluminar vuestra vocación y vuestra misión. Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el “primer amor” con el que el Señor Jesucristo ha caldeado el corazón de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor persevera en la alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica.

A María, modelo de evangelización humilde y alegre, dirigimos nuestra oración, para que la Iglesia, casa de puertas abiertas, se convierta en un hogar para muchos, una madre para todos los pueblos y haga posible el nacimiento de un nuevo mundo.



Juegos

CAZAR AL RUIDOSO

OBJETIVOS: Ayudar a los niños a ganar confianza en sus movimientos aunque no vean nada.

MATERIALES: Tantos pañuelos como chicos haya menos uno

DESARROLLO: Todos los niños con los ojos vendados menos uno que es el "ruidoso", al que intentan cazar los demás, el primero que lo hace, pasa a hacer de "ruidoso". El "ruidoso" se desplaza lentamente y haciendo distintos ruidos. Se marca una zona determinada de la que no se puede salir.

DIBUJOS EN EQUIPO

OBJETIVOS: Incentivar la capacidad creativa y la rapidez de pensamiento.

MATERIALES: Un lápiz o fibrón por equipo.
5 o más pliegos de papel por equipo.

DESARROLLO: Se hacen equipos según el número de participantes y el material que se disponga ( se recomienda no más de 6 por equipo ). Estos equipos se forman en fila, un equipo junto al otro, dónde el primero de cada fila tiene un fibrón o lápiz. Frente a cada equipo, a unos 7-10 metros se coloca un pliego de papel u hoja grande. El juego comienza cuando el animador nombra un tema, por ejemplo "la ciudad", luego el primero de cada fila corre hacia el papel de su equipo con un fibrón en la mano y comienza a dibujar sobre el tema nombrado, en este caso "la ciudad", luego de +o-10 segundos el animador grita "ya" y los que estaban dibujando corren a entregar el fibrón al segundo de su fila que rápidamente corre a continuar el dibujo de su equipo, luego de +o-10 segundos ......
El juego termina cuando el animador lo estime y se le otorgan puntos al equipo que mejor dibujó sobre el tema nombrado.

EL PITADOR

OBJETIVOS: Agilizar los sentidos

MATERIALES: Un silbato

DESARROLLO: Un jugador se coloca en el centro de un gran círculo, con los ojos vendados y un silbato colgado de la cintura. Un equipo, partiendo de cualquier punto del borde del círculo, trata de acercarse para tocar el silbato sin ser oído.
Si el jugador del centro toca al jugador que se acerca éste último queda eliminado. Este es un juego muy reposado que exige silencio absoluto por parte de los que no están participando; de lo contrario el juego pierde interés.

RESCATE DEL TESORO

OBJETIVOS: Fomentar el juego en equipos.

MATERIALES: 1 bolsa con cosas pequeñas (fichas, monedas, etc) que serán el tesoro.

DESARROLLO: Los equipos atacantes usarán un pañuelo entallado atrás (en el pantalón). Los atacantes deben llegar al tesoro y sacar 1 "ficha" del tesoro para levarla a su guarida. Deben tratar de que los defensores no les quiten el pañuelo que representa su vida. Al juntar 5 fichas en su guarida los atacantes pueden recuperar una vida. Los defensores entregan a un dirigente las vidas que le quitan a los atacantes, el mismo que esta encargado de entregar las vidas que quieran recuperar los atacantes. Los defensores pueden tener una zona de la que no puedan salir,
Además debe existir un círculo de +o-2 mts. de radio alrededor del tesoro que delimite una zona prohibida para los defensores. El juego termina cuando no quedan fichas, no quedan atacantes vivos o después de ciertos minutos para luego hacer el recuento de puntos (1 pto por ficha y 5 ptos por vida).


EL SUPERMERCADO

OBJETIVOS: Aumentar la atención en los participantes

DESARROLLO: Este juego se llama SUPERMERCADO (con todas sus variantes): se sientan todos en ronda sentados en sillas dejando una silla vacía, a cada uno se le da el nombre de algún producto del supermercado (uno es LATA DE TOMATES, el otro PEREJIL, el otro DETERGENTE, y así). El animador comienza a contar una historia (que tenga algún sentido y sea graciosa, obviamente) y a medida que nombra algún elemento del supermercado que figura entre los que posee alguno de los niños, el niño nombrado tiene que darse cuenta e inmediatamente levantarse y correr al lugar vacío de la ronda. Si no lo hace pierde un punto. El último detalle a tener en cuenta es que si el animador, mientras cuenta la historia, dice la palabra SUPERMERCADO, TODOS deben cambiar de lugar. Este juego puede adaptarse con personajes bíblicos (y, por ejemplo, cuando se dice JESUS o BIBLIA todos cambian de lugar) o a cualquier otra situación.

AGARRAR LAS CINTAS

OBJETIVOS: Divertir

MATERIALES: Cintas de tres colores, tantas como participantes en el juego.

DESARROLLO: Se forman tres equipos. Cada niño se coloca una cinta del color correspondiente a su grupo en la parte trasera de la cintura (colgando de los pantalones, cinturón ... ). El juego consiste en sacar las cintas a los demás. Cuando se quita una cinta se coloca junto a la propia. El niño que se queda sin cinta queda fuera del juego hasta que uno del mismo equipo recupere la cinta y pueda llevársela, quien no tiene cinta quedará en un lugar llamado “el calabozo”. El juego termina cuando un equipo queda sin cintas y los ganadores cuentan cuantas cintas tienen cada uno.



DOS LINEAS Y UN PAÑUELO

OBJETIVOS: Este juego ayuda a agilizar los reflejos, la agilidad.

MATERIALES: Un pañuelo

DESARROLLO: Se escogen dos equipos, se traza una línea en el suelo, se colocan cada uno de los equipos a ambos lados de la línea a unos 5 metros o mas de distancia de la misma, se coloca un pañuelo sobre la línea de manera que sobresalgan las puntas del mismo a ambos lados. Se le asigna un numero a cada uno de los participantes de cada equipo, por ejemplo si son cinco jugadores por equipo existirá 1-1, 2-2, 3-3, 4-4, 5-5 ; el animador estará dirigiendo el juego de manera que si él dice "uno", entonces saldrán los numero "uno" de los dos equipos y trataran de agarrar el pañuelo y llevárselo, el jugador del equipo contrario, el que no alcance a agarrar el pañuelo, correrá tras de el que sí lo agarró y si lo toca antes que llegue a donde su equipo pierde, si los jugadores se paran frente a la pañoleta y uno de ellos pone el pie después de la línea o pisa la línea pierde, si uno de los jugadores toca al otro antes que el toque la pañoleta pierde.



Dinámicas
JUNTO A MI CASA VIVE UN SEÑOR QUE NO CREE

Con este juego se afianza el Credo.

Se reparte a los miembros el credo, una parte para cada uno. Por ejemplo:
• Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
• Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
• Y nació de Santa María Virgen...
Y así, de acuerdo al número de miembros.
Un miembro comienza diciendo: Junto a mi casa vive un señor que no cree en...
El miembro que tiene la parte del Credo que se ha
mencionado responde: El sí cree en... (lo dicho), pero no cree en...

Ejemplo:
El que inicia dice: Junto a mi casa vive un señor que no cree en la Virgen
El que tiene "y nació de Santa María Virgen" responde: El sí cree en la Virgen, pero no cree en la Iglesia
El que tiene "creo en la santa Iglesia Católica" responde: El sí cree en la Iglesia, pero no cree en la vida eterna.
Y así sucesivamente.

No hay que sacar a los que pierden, pues se trata de que repasen bien y ellos son los que más necesitan afianzarse.
Solamente alguna vez, cuando ya todos están peritos, podría jugarse retirando a los que pierdan, se equivoquen, o se demoren, y otorgando un premio
al que gana.

CABEZA Y COLA

Es bueno especialmente para aquello que hay que aprender de memoria, o para las oraciones comunes. Igualmente, pueden prepararse preguntas para
respuesta breve, a juicio del catequista.

Los niños se sientan en semicírculo. En un extremo está la cabeza y en otro la cola.
La primera pregunta se le dirige al niño de la cabeza, si responde bien se queda ahí, pero si no sabe se le pregunta al segundo y a los que siguen,
hasta que alguno responda bien. Cuando eso sucede, el que respondió bien sube al puesto del primero que recibió la pregunta y todos se corren un
puesto hacia la cola.

Se siguen haciendo preguntas y así los niños pueden conservar el puesto, subir o bajar.

Esta dinámica nos permite detectar quiénes son los que generalmente se quedan cerca de la cola, o sea los que saben menos, los distraídos, los
que tienen dificultad para aprender. Al darse cuenta, hay que tomar a estos niños en tiempo extra para buscar la forma de afianzar en ellos el
conocimiento.

LA BIBLIA INCOMPLETA

Se distribuyen entre los participantes los nombres de los libros de la Biblia, o de una parte de la Biblia, por ejemplo: los profetas.
El que inicia dice: Esta Biblia está incompleta porque le falta el libro de Jeremías.
El que tiene asignado ese libro dice: El libro de Jeremías no le falta, el que le falta es el libro de Amós.
El otro dice: El libro de Amós no le falta, el que le falta es el libro de Sofonías.
Y así se continúa.

LA BIBLIOTECA DEL CATEQUISTA


Es muy similar al de la Biblia incompleta, pero con los libros que debe tener un catequista. Por ejemplo: La Biblia, Vaticano II, Medellín, Puebla, Catecismo de la Iglesia Católica y otros.
A cada uno se le asigna el nombre de un libro.
El que inicia dice: Yo quiero comprar una Biblia.
Al que le corresponde la Biblia interviene: Yo ya tengo la Biblia, pero quiero comprar el libro de Medellín.
El otro dice: Yo ya tengo el libro de Medellín, pero quiero comprar el Catecismo de la Iglesia Católica, etc.

UN PROFETA

Se van nombrando las diferentes clases de personajes que aparecen en la Biblia: profetas, reyes, apóstoles, evangelistas, patriarcas, fariseos, etc.
Se ponen todos en círculo.
El primero dice: Un profeta
El que sigue dice: Un profeta y dos...
El que sigue dice: Un profeta, dos... y tres...
Y así sucesivamente.

Ejemplo:
• Un profeta
• Un profeta y dos apóstoles
• Un profeta, dos apóstoles y tres reyes
• Un profeta, dos apóstoles, tres reyes y cuatro evangelistas
Cuando alguien pierde, se vuelve a comenzar. Gana el que queda de último.

HABLANDO CON LOS PERSONAJES DE LA BIBLIA

A uno de los miembros se le asigna con tiempo un personaje bíblico, conocido por todos, para que se estudie bien quién fue ese personaje, qué hizo, cómo fue su vida, etc.
La persona se presenta, ojalá vestida como el personaje, y les comienza a contar su vida. También, si se quiere, se permite a los asistentes que le hagan preguntas.

EL PERSONAJE DESCONOCIDO

Variante del anterior.
Cuando se quiere presentar a un personaje desconocido por los participantes, para que así lo conozcan.

ejemplo:
Si se está estudiando los jueces de Israel, alguien –en algunos casos el mismo catequista y en otros algún estudiantes que se ha preparado con tiempo-
Se presenta ante los demás, si quiere ataviado como el personaje y comienza a contarles de su vida.

Por ejemplo: Yo me llamo Gedeón, estaba trabajando cuando el Señor me llamó de tal y tal manera, yo le pedí una señal, etc.

A QUIEN TE PARECES

Se selecciona a uno de los miembros y los demás le van diciendo a qué personaje de la Biblia se parece y por qué.
También se le puede pedir a uno que se retire unos momentos del salón, mientras todos deciden a qué personaje se parece.
Cuando llega, cada uno le va diciendo una característica y él debe detectar de quién se trata.
Ejemplo: El grupo lo encuentra parecido a San Pedro.
Cuando llega le van diciendo: eres entusiasta, te gusta hablar en nombre de todos, a veces eres imprudentes, eres, líder, tienes suegra,...



UNO, DOS, TRES, CRISTIANOS

Es una dinámica que se usa con niños, para afianzar en ellos que la cruz es la señal del cristiano.
Se reparten los niños en un espacio más o menos grande. El que dirige se pone de espaldas, contra la pared o contra un árbol, o simplemente vendado, y dice: uno, dos, tres, cristiano.
Entretanto, los otros se vienen caminando o corriendo hacia él, pero mientras habla deben ponerse en cruz. Cuando él vuelva la cara, todos deben estar quietos y en cruz. Si alguno todavía se mueve, o no está en cruz, se le corrige para que lo haga bien. Vuelven a jugar, hasta que alguno logre llegar por detrás y tocar al líder, pasando inmediatamente a dirigir el juego.
VARIANTE: Cuando el líder se vuelve y un niño aún se está moviendo, o no está en cruz, mandarlo para atrás, al sitio del inicio.
Después, uno de los niños puede ponerse de espaldas.




LA ESCUELA CON JESUS. Consideremos algunas de sus características: 

  1. La pedagogía de Jesús está centrada en su persona y en su mensaje: El es el Camino, la Verdad y la Vida. Nos enseña una verdad que nos hace libres. Es el Maestro-Amigo.
  2. La Escuela de Jesús es una escuela de amor. Jesús antes de hablar se hace amigo, comprende a la persona, la conoce, la ama, la ayuda. Jesús espera una respuesta de amigo. La manera de enseñar Jesús no es simplemente hablando, sino comunicando amor. Y eso fue lo que movió a los discípulos a quedarse con El. La primera llamada de Jesús al discípulo es a estar con El, a permanecer en Su amor, a ser amigo (cf. Mc 3,14; Jn 15). Haciéndose Su amigo se puede aprender lo que El enseña.
  3. La Escuela de Jesús se hace siempre en comunión. En comunión del discípulo con el Maestro y del Maestro-amigo con el discípulo. Es una comunión en la que Jesús hace que los discípulos entren en comunión con los hermanos. Su escuela no la realiza con cada persona aisladamente, sino que la realiza en familia, en comunión, en Iglesia.
  4. Llamó a los discípulos para enseñarles lo que les sirviera para vivir y para servir a los demás: es una Escuela para la Misión. Cada persona se hace discípulo con el fin de "hacer discípulos" para Jesús.
  5. Jesús, con los Apóstoles y los demás discípulos hizo un camino con diversos pasos. Era una pedagogía de amor continuo, no les enseñaba sólo a ratos, sino que toda la vida era de enseñanza, aprendizaje, discipulado. Es una escuela permanente, continua.
  6. Es un camino que nos llevan a ser discípulos y hacer discípulos para El. Dentro de nuestra Formación Misionera recorremos ese camino : hacemos nuestra Escuela con Jesús. Para ello, damos cuatro pasos en las cuatro áreas de la formación misionera: Catequesis Misionera, Espiritualidad Misionera, Proyección Misionera y Vida de Grupo o comunión misionera. 
  • El primer paso, en esta Escuela con Jesús, es "escuchar la Palabra" para comprender la misión. Por ello, lo llamamos catequesis misionera.
  • El segundo paso, es "vivir" la Palabra, renovando nuestra vida al estilo de Jesús; nuestro corazón, sentimientos, actitudes, opciones misioneras. Por eso, lo llamamos espiritualidad misionera.
  • El tercer paso, busca ayudar a poner en práctica la Palabra "haciendo discípulos para Jesús", enseñando lo que hemos aprendido de El, a través del testimonio, el anuncio del Evangelio y los servicios misioneros. Por eso, lo llamamos Proyección misionera.
  • El cuarto paso, aplica comunitariamente la Palabra, haciéndose "uno, en El, para que el mundo crea" (Jn 17, 21). Se trata de fortalecernos como Comunidades Eclesiales Vivas Dinámicas y Misioneras. Por eso, lo llamamos vida de grupo, o comunión misionera.
 Una vez finalizado este cuarto paso, Jesús inicia de nuevo con el primero -la catequesis-, comunicando con una nueva Palabra otra parte de la verdad; después, sigue con la espiritualidad; luego, con el servicio, para concluir, con la comunión misionera. Ciertamente, la pedagogía de Jesús no es un proceso lineal doctrinal. Es un proceso cíclico, continuo, progresivo, que ayuda al discípulo a crecer en Su vida, verdad y amor.
Con estos cuatro pasos nos proponemos acompañar al niño a realizar un proceso cíclico que lo va configurando como verdadero misionero. Comienza "escuchando" la Palabra, pasa a "vivirla" personalmente, hace la "proyección misionera" correspondiente y refuerza su "comunión para la misión". Luego, comienza nuevamente los cuatro pasos, como el buen discípulo que escucha, pone en práctica la Palabra y hace discípulos para Jesús. 
  1. La Palabra de Dios es fundamental en cada uno de los pasos: o se escucha en la catequesis; o se vivencializa en el paso de espiritualidad; o es puesta en práctica y comunicada con servicios misioneros en el tercer paso; o es asumida en el cuarto paso como fuente o como fruto de la comunión misionera. La esencia y vivencia de la Palabra es fundamental durante todo el proceso.
  2. Jesús lleva al compromiso desde el principio: compromiso de escuchar y comprender bien la Palabra para ser buen discípulo. Compromiso de colaborar en la transformación que Dios quiere realizar en su propia persona. Compromiso de servir a los demás como misioneros, con testimonio, palabras u obras. Compromiso de vivir en familia-Iglesia, en comunión misionera. Son los elementos que siempre se conjugan y se integran en su pedagogía de amor.
 ¿Cómo aplicar esta pedagogía de Jesús con los animadores misioneros y con los niños?
Será necesario atender siempre a las circunstancias y posibilidades concretas de cada comunidad. En todos los casos, estamos llamados a sintonizar y colaborar con ese proceso cíclico de la pedagogía de Jesús. Eso siempre lo podremos lograr con base en la luz y fortaleza que nos dé Jesús por su Espíritu Santo. El es el protagonista de la misión y de la formación de sus misioneros.
 Una manera de acompañar este proceso formativo misionero es la de dar un tiempo determinado, por ejemplo una semana, a cada uno de esos cuatro pasos. Una semana para el primer paso de la catequesis misionera; otra para el paso de la espiritualidad misionera; otra para la proyección o servicio misionero; y otra para reforzar la comunión misionera. De este modo, la formación será un proceso continuo a lo largo de todo el año. El Encuentro (semanal o periódico) será el punto de llegada y un nuevo punto de partida en la Escuela con Jesús. Cada encuentro será distinto del anterior, por cuanto se trata de un paso nuevo en el discipulado: uno será en forma de catequesis; el siguiente será más bien una celebración o una dinámica de sensibilización que haga profundizar la espiritualidad misionera; el tercero será para preparar un servicio misionero y realizarlo; el cuarto será una revisión evangélica de vida, una fiesta misionera, un paseo, etc., para reforzar la comunión misionera.
 Así, la formación que los niños reciben en la Infancia Misionera complementa la formación que les ofrece la familia, la escuela y la parroquia. Con ella se logra que los niños crezcan en su espíritu misionero universal y sean misioneros en su familia, en su escuela, en su comunidad y para el mundo entero.